Eso que alegan los múltiples detractores de las redes sociales basándose en la cuestión de que atenta contra la intimidad visible al resto de usuarios de la red, se le ha añadido también la desconfianza por el seguimiento que la propia red social hace de tu perfil, y por extensión, de tu vida. Pero es que este es, desde el origen, el verdadero objetivo que tienen las redes sociales desde el punto de vista de sus creadores y desarrolladores.
¿Y qué necesita un publicista para tener éxito en una campaña?, ¿cómo puede tener su éxito asegurado llegando a su público objetivo con el mínimo presupuesto? Pues restringiendo lo máximo posible y siendo capaz de focalizar la publicidad justamente a tu mercado potencial.
Y aquí es donde entra en juego las “bondades” de las redes sociales, capaces de proveer a los anunciantes de una cantidad de datos por los que filtrar a los usuarios por sus aficiones, gustos, por su ubicación geográfica, por sus planes de viaje… o incluso por los locales que frecuentan (como ocurre en Tuenti). Con esta cantidad de información tan detallada la publicidad puede segmentarse tanto que puede llegar a ser personalizada (“publicidad basada en personas”), y poder hacerte llegar una oferta de un 2x1 en el bar al que acudes cada fin de semana.
Este tipo de publicidad que en un principio estuvo rodeada de grandes polémicas, o que parecía que no llegaba a cuajar, ha demostrado con el tiempo y con la gran popularidad de estas redes sociales, que un escaparate de estas características, donde algunos usuarios pasan incluso varias horas al día, es un filón para la reinvención de una publicidad que se decía o dice en crisis. Esta publicidad personalizada encabezada por Facebook y su lema “Llega al público que quieres y conéctalo con tu empresa”, sumada al seguimiento de navegación que practica Google (basándose en el behavioral targeting).
Sin embargo, no deja de asustar e incomodar el modo en que nos empezamos a sentir controlados cuando encontramos publicidad sobre países que “casualmente” vamos a visitar, el último disco de nuestro grupo favorito o de eventos a los que tenías pensado ir.
